domingo, 7 de marzo de 2010

Traición

José se levantó más moucho, más embotado que de costumbre.
Arrastró los pies hasta el baño y se lavó la cara. Miró la imágen que le devolvió el espejo y pensó que definitivamente no tenía buena cara.
Un sentimiento de inquietud repentina le hizo volver rapidamente a su cuarto. Allí, sobre el escritorio, estaba el pendriver. Alzarlo le devolvió la tranquilidad.
Parte de la culpa de su embotamiento la tenía el calor que no dejó de apretar en la última semana, día y noche. Pero también las botellas de Cabernet-Sauvignon que había tomado en la casa del Negro

El Negro era escritor, aún no reconocido, se ganaba unos mangos escribiendo críticas literarias, ensayos cinematográficos y otras huevonadas. Pero no sabía nada de computación, era casi fóbico a la tecnología. José lo había convencido para que deje de lado la vieja Remington comprada en un remate judicial y adquiriera una PC en cuotas, y una impresora.

Una o dos veces por semana, José visitaba el altillo del barrio del Once donde el Negro vivía y le revisaba la máquina y evacuaba dudas. A cambio, el Negro cocinaba o compraban unas empanadas y se tomaban algún vinito.
El Negro era gay.  A José eso no le molestaba, ninguno se metía con la sexualidad del otro. Al contrario, la condición reconocida de gay de su amigo le servía (y le serviría aún más durante la investigación policial), para mejorar su apariencia, gracias a los consejos que el Negro le daba y a la proliferación de mujeres que revoloteaban a su alrededor.

Anoche había visitado al Negrito por última vez. Pidieron empanadas (dos de carne picante y una de pollo para José, una de verdura, otra de queso y cebolla y la tercera de tomate, albahaca y queso para el Negro).
Abrieron y tomaron tres botellas de un tinto mendocino espectacular y charlaron.
El Negro insistió en pagar él y cuando sonó el timbre, mientras José destapaba el vino, corrió radiante a atender al pibe del delivery, como esas novias de películas norteamericas, que corrían a recibir al joven (invariablemente llamado Bill o Jack o Hank) que volvía de la guerra en el Pacífico o Europa. Incluso le dejó una buena propina al chaboncito.
-¿Que te pasa que estás tan contento?
-¡Acabo de terminar mi novela! Y, modestia aparte, creo que será un best-seller.
-¡Te felicito Negro!
Y apenas terminó de decir esto, el plan nació en su mente. A medida que la velada avanzaba (y el vino se "evaporaba"), el plan fue tomando forma.
Y cuando la tercera botella se terminó, José la tomó y con ella le partió la cabeza.
Lo demás son solo detalles. Desnudar el cuerpo exánime de su amigo (ahora su víctima), meterle un vibrador en el culo, llenar la bañera, meterlo dentro, limpiar la escena.
Levantó el archivo novela.doc y otros archivos en el pendriver, borró todo rastro en la PC.
Cargó en un bolso algunas cosas de valor para aparentar un crimen (en el camino se deshacería de él) y se fue, con otra ropa puesta, por las dudas algún vecino insomne lo viera salir.
Llegó a su departamento y se acostó.
A media mañana llamó a la casa del Negro, pero obviamente nadie atendió. Dejó un mensaje casual, "¿Como andás Negrito? ¿Te parece que el martes pase por tu casa? Avisame. Chau."
El martes volvió a llamar. El jueves lo llamó la policía, apenas descubierto el cadaver. Fue a la morgue a reconocer el cuerpo, hasta lloró y todo (solo Dios sabía la falta que le hacía descargarse).
Declaración ante un suboficial gordo y sudoroso. Crimen pasional seguido de robo, estos putos terminan así dijo el policía (luego pidió disculpas por el término), se levantan a un chongo y después aparecen muertos culoparriba, uno o dos de estos casos tenemos al mes, lo peor es la familia, seguía diciendo el cana, que a veces se entera de esta forma que el muerto era trolo. Vaya nomás.
José salió de la comisaría pensando en la guita que ganaría con la novela. Seguro se la dedicaría al Negrito, pobre, es lo menos que podía hacer.

16 comentarios:

Perronegro dijo...

Muy bueno.
Gracias

El Gaucho Santillán dijo...

Bueno, che!!!

La verdad que me hizo recordar la realidad.

Excelente, te dejo un abrazo.

Escribì màs seguido, che!!!

Saludos

OLMEDO dijo...

Francamente bello.

OPin dijo...

No era una novela, era este post...

Un abrazo

El Mostro dijo...

Gracias Olmedo!

El Mostro dijo...

Opin, me falta mucho para una novela...

Un abrazo.

Julieta dijo...

Muy bueno ,escribí una novela de suspenso y crimen que me encantan !! Cariños

El Mostro dijo...

Ay, Julieta, si pudiera...

Besos.

Sugar Sixx dijo...

Ando de vuelta rondando por estos lados cibernéticos y oh sorpresa un nuevo escrito del Mostro que siempre es leido con alegría.
Me gustó mucho como suele pasar por lo general.

Abrazo.

El Mostro dijo...

¡Muchas gracias Sugar Sixx!

Allek dijo...

hola!
te invito a que pases por mi casa
dejare la puerta entreabierta..
te dejo un fuerte abrazo!!!

Miguel Angel dijo...

Son muy interesantes tus letras, tu manera de ver esas cosas y tu forma de expresarte.

saludos!

El Mostro dijo...

Muchas gracias Migueloski!

Agnes Milk dijo...

oh monstro... le voy a confesar algo señor, yo he estado muy deprimida, mi blog abandonado, usted es de la raza de bloguers que me gustan, me dieron ganas de traerme el cafecito, y con pocos blogs hago eso, mañaname tomaré mi tiempo, me hace falta leer, ya basta de decir que estoy triste. Oiga señor mostro adem´s le iba a pedir algo... jejeje, no eso no, aún no nos conocemos y siempre necesito una copa... jeje
ya en serio ¿quiere usted escribir un cuento pa mi blog?
es que yo tengo 2 como puede ver en mi perfil, si se niega, no pex, yo aguanto...

saludos y muchas graciaspor regresarme el animo

Oh me gusto y pues pobre Negro... se la aplicaron y Jorge... es lo menos que podía hacer.

El Mostro dijo...

Después hablamos, Agnes Milk1

Anónimo dijo...

wowww.w...se me ocurre un analisis psicologico de usted pero como no lo conozco no lo voy a hacer!! igualmente, creo que entiendo algo...

esta buena la historia..."estos putos terminan asi" el prejuicio humano...antes que nada, no?