lunes, 25 de octubre de 2010

Una de amor VI

A las 18 sonó el teléfono, imaginé que sería ella, pero no, era Rodrigo Pérez, el representante de "Nigromantes", un periodista de la sección de Música de un diario porteño quería hacer una nota, me preguntó si podía el Domingo a la tarde.  Le dije que si.  Corté.

Hiciera lo que hiciera, me acordaba de Thelma. Agarré el pepel rosa donde había dejado sus datos y levanté el tubo.  Colgué, lo volví a levantar, colgué.
A las 19 sonó el teléfono y está vez era ella.
-Hola, ¿Que estás haciendo?
-Nada.  Escucho Vivaldi y trabajo.  ¿Y vos?
-Que aburrido. Estudio.  ¿Que hacés esta noche?
-Nada.
-Yo me junto con unas amigas y después paso a visitarte, ¿está bien?.
-Si.
Me bañé, me afeité, me vestí, preparé la cena para dos y me puse a ver un viejo film sobre la 2° Guerra Apache:  un grupo de valientes soldados novohispanos rescatan a una bella cautiva en 1851 y por supuesto, el gallardo capitán y la cautiva se enamoran. 
Me quedé dormido, cuando desperté estaban dando una comedia romántica de los '70.
Los tiempos de una chica de 18 años y los de un hombre de 38 son distintos.

Finalmente apareció, como a las 2.
Calenté la cena, tomamos un vino tinto y charlamos.  Se mostró muy entusiasmada cuando le conté lo de la entrevista.
Hicimos el amor pero no se quedó.  Llamé a un taxi y la vi irse.  Insistí en que me mandara un mensajito apenas llegara, cosa que le pareció de viejo.  Puede ser, pero en caso contrario no dormiría tranquilo.  Thelma había pasado a ocupar un lugar, un lugar mucho mucho tiempo vacío.

Continuará...

1 comentario:

lujanbellesi dijo...

Thelma, bueno, uno no elije por los nombres!
Me alegra de todas formas! jaja