Daniel aminoró la velocidad lo suficiente para leer las indicaciones: "General López 10 km"
Aceleró y las ruedas levantaron una nube de polvo.
De vez en cuando veían algún vehículo abandonado. La camioneta en la que viajaban había quedado en la puerta de su casa, con las llaves puestas y el tanque lleno. Antes le hubiese sido imposible tener una así.
Daniel tenía la esperanza que su hermana y sus sobrinos hubiesen resistido a la plaga. Después de todo, él y sus hijos lo habían hecho. Era una esperanza remota, ya otro de sus hermanos y sobrinos habían muerto; del otro hermano, el mayor, no se sabía nada, los teléfonos habían enmudecido hacía días.
Natalia, la hija menor de Daniel, contemplaba una foto de su mamá muerta. Una lágrima se deslizó por su mejilla pecosa. Marina, la hermana mayor, al darse cuenta, le pasó un brazo por los hombros. Agustín, el hermano del medio, iba en el asiento del acompañante, con la vista perdida en el paisaje. De vez en cuando manipulaba el dial de la radio, tratando de encontrar alguna transmisión.
Al doblar en la rotonda, casi arrollan a una parejita de chicos que andaban en bicicleta por la banquina.-Hey! gritó Daniel. Tantas ganas de ver a otra persona que no fueran sus hijos, lo dejaron sin palabras.
Detuvo la camioneta. Tendrían unos 16 años y eran gemelos, con el pelo rubio y los ojos celestes muy claros. María y José se llamaban. Al principio tuvieron miedo, pero cuando vieron a las hijas de Daniel se tranquilizaron. Eran de Laprida, allá no quedaba nadie y se dirigían a General López.
La hermana de Daniel y sus sobrinos estaban muertos, pero en cambio encontraron un chiquito de dos años, Kevin Larrosa, según su documento. Tuvieron que romper una ventana para entrar a la casa donde el bebe estaba llorando junto a los cadaveres de sus padres. Marina le hizo upa y Kevin no la soltó más....
...
...
-¡Que lo cumplas feliz, que lo cumplas Kevin, que lo cumplas feliz! ¡Bieeeeeeeeen!
Kevin sopla con fuerza y apaga la vela con forma de 5, siempre tomado de la mano de Marina. Un barbudo Agustín le acaricia la panza a María, ya se le empieza a notar el embarazo. Otros se han incorporado a la familia y viven y trabajan juntos en el campo.
Daniel es un abuelo-patriarca feliz.
13 comentarios:
Me gustan mucho las ideas lo único que diría es que los finales no me convencen, presiento hacia donde apuntas, es mas, me encanta la idea, y el desarrollo de los cuentos, pero el cierre, eso es como que faltara alguito, con todo respeto y como simple lector, por favor, pero insisto, las historias están buenísimas.
Pero como me voy a enojar?
Digamos que en algunos casos es adrede. Me gustan los finales abiertos, que dejen paso a la imaginación de cada uno para que la cierre o dar pie a una segunda parte.
Saludos!
Muy buen relato.
Voy a seguir leyendo los demás.
Gracias por pasar por mi blog.
Saludos!
Un gusto, volvé cuando quieras!
Hola Monstro, creo que el nivel de sus relatos avanzan día a día y nosotros somos testigos de estos logros como simple lectores. Saludos!
me impactó. me hizo acordar a un documental de la peste negra del History Chanel.
Para cada fin hay un principio.
Hola . Gracias por tu comentario en tu Blog.
Estoy en el trabajo ,y estuve viendo tu Blog , me gusta asi que ya volveré a leer con tranquilidad.
Un saludo
No sé qué sería de mí si me enterara de que "mis todos" se perdieron para siempre...
Qué difícil volver a empezar.
Seguimos con la plaga?
Salute!
Realmente sería terrible.
Querida Jeza, pronto, tampoco es cuestión de escribir cualquier pavada, para eso tengo a los otros blogs. :)
Besos.
yo sé que soy una boluda pero esa foto me da miedo.
parece de marilin manson.
che los relatos estos los escribis vos?
Así es mi querida Willowcita. Bienvenida!
tengo mis relatos mostros.
deci que mi blog no es literario y son largos los cuentos que si no los subia....
Willowcita, en este escribo (no me atrevo a llamarlo literario), en Pensamientos mostros escribo cosas serias y en los otros, bueno, entrá y mirá.
Saludos.
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