martes, 7 de julio de 2009

Un paseo demasiado largo III

Resumen: Sofía y Joaquín se embarcan en un viaje para limar asperezas, cosa que logran... pero pronto se verán envueltos en una aventura.

El viento que los había empujado desde la marina Port Vell había cambiado, convirtiéndose en ráfagas furiosas, haciendo inútil y hasta peligroso conservar el velamen. Entre ambos arriaron las velas. Mientras Joaquín trataba infructuosamente de echar andar el motor, le daba indicaciones a Sofía, quién había tomado el timón.
-¡Gira a babor! ¡Buscaremos refugio en la rada de Cubelles!
Sin embargo la peculiar neblina los alcanzó antes de llegar a la costa. Joaquín suplantó a Sofía en el timón y ella se dedicó a transmitir por radio la última posición al Guardacostas.
Pero pronto quedó en claro que estaban a merced de los elementos.
Envueltos en la extraña luminosidad, sin compás, sin GPS, solo estática en la radio. Incluso a la mujer le pareció ver dos soles en el cielo, esto antes de perder la noción de babor y estribor, arriba y abajo.


Por momentos el “Macarena” era elevado por los aires a causa de alguna ola furibunda y momentos después parecía hundirse en una oscura sima. El cielo, despejado cuando empezaron a besarse, se convirtió en un calidoscopio de luces y nubes. Los rayos caían cerca del velero.
Hicieron lo único prudente, meterse en el camarote y ponerse los chalecos salvavidas. Esperaron abrazados.

¿Cuánto tiempo duro esto? Tal vez algunos minutos, pero a la pareja le parecieron días. Tomados de la mano, abrieron la escotilla y subieron a cubierta. La calma era total. Las olas mortíferas habían cesado, así como los rayos. La neblina se había disipado por completo y soplaba una leve brisa. Rápidamente, trataron de ubicarse. El compás había vuelto a funcionar no así el GPS.
-¿Estás herida?
-Solo en mi amor propio. El susto que ligué fue tremendo.
-También yo, no te vayas a creer. ¡Que tormenta del carajo, joder! Nunca vi nada semejante. Tan repentina…
-Joaquín, esto no fue una tormenta. Aquí ha pasado algo raro. El cielo y esa niebla, bueno chaval, que no soy una marinera hecha y derecha, pero no me digas que fue una tormenta…
-Si, tienes razón, además el maldito GPS sigue muerto y en la radio no hay más que puta estática.
-Mira, la portátil esta igual, nada, ni en AM ni en FM, como si no se hubiese inventado el radio aún. Y ni hablar del celular, “sin señal”.
-Jo! No os preocupéis, mira, allí está la costa, ya verás que pronto nos encontraremos en Cubelles, saboreando una rica paella.

Mientras rumbeaban hacia la costa, Joaquín y Sofía especularon sobre el fenómeno. ¿Una bomba atómica? ¿Una erupción solar? ¿Un pulso electromagnético?
Una hora después, navegando siempre paralelos a la costa, no pudieron encontrar la marina de Cubelles, ni siquiera ningún rastro de edificación. En la radio solo estática.
Se dirigieron hacía el norte, de vuelta a Marina Port Vell, con el hombre al timón y la joven rubia transmitiendo un SOS en todas las frecuencias.

continuará...

6 comentarios:

Mariana dijo...

Genial, una vez más me dobore el post...
Saludos!

Nacho dijo...

Vira* a babor.

Muy bueno.

Roxi dijo...

Hola mostro !!! Que rico leerte a los tiempos, nos habíamos puesto medios ingratos mutuamente, ja, ja.
Oye, bien escalofriante tu relato, más que la NO TORMENTA, me angustia enormemente la imagen de que hombre y mujer estarán eternamente navegando paralelos a la costa, sin lograr llegar a ella.
Eso me produce una sensaación de soledad, de desencuentro abistamnte.
¿Estás seguro de que Sofía y joaquín, lograron limar sus asperezas, como enuncias en el resumen?
Me da la impresión de que no necesariamente
Abrazo !

El Mostro dijo...

¡Basta Mariana! jajajajajaja

Gracias Nacho por la corrección!

Hola Roxi! Me alegro que pases. En cuanto a nuestros intrépidos protagonistas, me parece que si, al menos se limaron entre ellos... ;)

Saludos para todos.

Julieta dijo...

Muy buena tu historia ,mantiene el suspenso y esa sensación de algo inentendible que sucedió..Beso

El Mostro dijo...

Gracias Julieta, muy amable.