-Computadora, inicie grabación bitácora personal Alférez Dionisio Pachacutec Rodríguez, fecha estelar...
Odio la fecha estelar. En realidad no es que la odie, solo es que prefiero usar la vieja nomenclatura terrestre. La fecha estelar me parece tan impersonal, tan... . Bueno, nada. Veamos, hum, sí, 13 de septiembre de 2385.
¿Tendré que convencerme – UNA VEZ MÁS - que soy el único sobreviviente?
Todo sucedió muy rápido. Al entrar en una estación espacial (no sé si la 74 o la 47) fallaron los impulsores, la nave se incrustó en el puerto de amarre, arrasó a los operarios, los pasajeros, barrió la sala de control, el comedor, la bahía de carga. Estallaron las consolas, cayeron las mamparas, falló el control energético, hubo fugas de plasma.
No hay más que piernas y brazos por todas partes: bajo los asientos, en los pasillos, frente a los replicadores. De mi compartimiento (mi celda de castigo, bah, donde fui encerrado por una nimiedad) solo queda un pedazo de puerta. El campo de contención fue lo que me salvó. Duró lo suficiente para protegerme y luego se fué la energía.
Echo a un lado los cadáveres que me rodean, rectifico la prolijidad de mi uniforme, y salgo, lo más campante, sin una arruga en el pantalón.
Aunque preveo lo que sucederá, otras veces me embarco con la esperanza de que mis presentimientos resulten inexactos.
Yo soy - ¡qué le vamos a hacer! – un hombre catastrófico.
Como cuando me embarqué en ese crucero ¡de placer! en Rhisa. “Navegue al estilo del siglo XIX”, decía el folleto. Al tercer día de navegar se oyó - ¡en plena noche! – un estruendo metálico, intestinal, infernal. Y luego un ruido como de grasa frita. ¡Mujeres semidesnudas! ¡Hombres en calzoncillos! ¡Llantos! ¡Gritos!.
Mientras los pasajeros se empujan – a oscuras – al asalto de los botes de salvamento, yo aprovecho para zambullirme, y ya en el mar, contemplo, con la impasibilidad de un corcho, el espectáculo.
¡Horror! El buque cabeceó, tembló, las chimeneas tosieron, se sumergió y explotó.
¿Tendré que convencerme – UNA VEZ MÁS - que soy el único sobreviviente?
Inspeccioné el sitio del naufragio. Aquí y allá un salvavidas, una silla de mimbre, una aleta de tiburón. ¿NO ES QUE NO HAY DEPREDADORES EN RHISA? Calculo el rumbo, y después de batir todos los records en nado, entro, a las dos horas en el puerto de Nueva Nueva York.
¡Con qué angustia, con qué ansiedad, compruebo que que soy el único sobreviviente, porque yo soy - que le vamos a hacer – un hombre catastrófico!
(Homenaje a Oliverio Girondo)
13 comentarios:
Interesante. Aunque por ahí esperaba un remate más sorprendente. Creo que son los comentarios al pasar, que exhudan cierta ironía, lo que más me atrajo. También que el universo que planteás luzca consistente.
Saludos.
Pienso que el que sale vivo de tantas cosa no es catastrófico ,es un sobreviviente ..Y no está mal serlo ,porque fortalece y te hace enfrentar sin miedo lo que venga..Beso
Hola Simud. Esto está basado en algo de Girondo, es así, la misma estructura, solo que con ingredientes de C-F.
Saludos.
Julieta, creo que "catastrófico", podría ser reemplazado por mufa o yeta, no? :)
Besos.
o por el nombre de un ex presidente ..jaja
¡ARRRRGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHH! Me sangran los ojos...
jaja, iba a comentar, pero me quede revolcandome de la risa porque te sangran los ojos...
jaja, iba a comentar, pero me quede revolcandome de la risa porque te sangran los ojos...
jaja, iba a comentar, pero me quede revolcandome de la risa porque te sangran los ojos...
sos un genio!
saludos
bueno, bueno, gracias, Tierras de Georgelott pero no es para tanto!
:)
No leí tanto a Oliverio como para entender el homenaje...
pero no puedo dejar de preguntar: por qué "relato" en morse??
Para que se vea bien la imagen.
Saludos Chin!
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