miércoles, 25 de noviembre de 2009

Un viaje en subte

Me subo al subte en Malabia y milagrosamente, consigo un asiento libre. Debe ser como dice Antonio, el electricista nomás, eso de "visualizar" un asiento y el asiento aparecerá.
Me acomodo entre una señora sesentona gorda, con el pelo color kerosen y un oficinista con aspiraciones de yuppie que lee una revista de 'ai-ti-bisnes'. Enfrente hay una señorita rubia que duerme con la boca abierta y un pibe (con aspecto de cadete) de pelo grasoso, que mira de reojo el generoso escote de la rubia.
Cierro los ojos para descansar un poco la vista. Esa es la excusa oficial; en realidad me hago el dormido para no dejar el asiento que supimos conseguir a ninguna embarazada o anciana que eventualmente pudiera o pudiese subir.

Siento que me tocan. Es la señora de pelo color kerosen que me habla. Debe ser extranjera, danesa, sueca o lituana, que se yo. Trato de hacerme entender en inglés pero no hay caso. La tipa menea la cabeza y se levanta. Miro a mi alrededor y veo que todos se bajan, incluso la rubia que dormía y el pibe (con aspecto de cadete) de pelo grasoso.
Pienso que llegamos a L.N. Alem, cabecera de la línea B, pero no reconozco la estación. Me fijo en los carteles y para mi horror, están escritos en una grafía desconocida."Calma Dieguito, es ese medicamento para presión, que te tiene a mal traer" me digo.
Sigo a la multitud que emerge a la superficie y desemboco en una ciudad extraña, de una arquitectura lovercraftiana. Escucho conversaciones en la misma lengua dura y cortante en la cual
me habló la sesentona.
Mi desconcierto va en aumento, pero alcanzo a imponer mi lado lógico y racional. "Si pasé a otra dimensión viajando en subte, debería volver a mi "propio lado" de la misma forma".
Así que me meto en la extraña estación, busco lo que parece ser una boletería y me acerco a la ventanilla. Sonrío a la boletera, le hago "uno" con el índice y le paso un billete de 2 pesos. La tipa lo mira, dice algo y me lo devuelve. Me quedo paralizado, la gente de atrás refunfuña y la boletera le hace una seña a un guardia. Cuando el tipo se me acerca, retrocedo y cuando intenta tomarme por el brazo, le pateo las bolas.
Y comienzo a correr. Y salgo a la calle y sigo corriendo...


Hace cuatro horas que estoy dando vueltas por esta metrópolis de pesadilla, esquivando a sus raros autos de 3 ruedas.
Finalmente encontré otra estación de subte. La estoy vigilando. En cuanto el guardia se descuide, me meto.

2 comentarios:

Fla-q dijo...

éste me gustó

cuidado con las medidas de fuerza interdimensionales

los conuctores de los saltos están presionando para conseguir la personería gremial

El Mostro dijo...

jajajajaja, muchas gracias Fla-q!