martes, 30 de junio de 2009

Un paseo demasiado largo II

Decidieron aprovechar el primer sábado del verano en el pequeño barco, para pasar el día navegando. Joaquín se ofreció a pasarla a buscar por su coqueto apartamento en el barrio Montjuic, pero Sofía no aceptó, ya que consideró que si la cosa se ponía "pesada", sería mejor tener su propio coche a la mano. A las 7:30 en punto, radiante como una valkiria, con un bolso al hombro y su notebook en mano, subió al velero, ayudada por Joaquín.

La mañana estaba espléndida. El “Macarena”, tal el nombre del velero, era muy marinero y todo fue de maravilla.

Mientras se alejaban de la costa, con Joaquín al timón, Sofía preparó sendas tazas de té bien cargado y unos biscochos secos.

Una vez establecido el rumbo (sur-suroeste), prepararon sus respectivas notebooks y se pusieron a trabajar. Minutos después ya estaban discutiendo acaloradamente. Sofía estaba diciendo algo referente a la logística y el almacenaje cuando él la atrajo así si y la besó apasionadamente. Ella sin dudarle le correspondió. En un momento Sofía lo empujó, cosa que sorprendió a Joaquín, pero fue para desnudarse rápidamente a si misma. Comenzaron a hacer el amor en cubierta, a la vista de una bandada de gaviotas mediterráneas bastante alborotadas.

Las manos y las lenguas recorrieron los cuerpos bien formados de ambos, con la urgencia de dos que se han deseado por demasiado tiempo. Continuaron en una de las cuchetas…

-¿Quieres un café? –Preguntó Joaquín mientras le acariciaba la espalda.

-Vale.

-Porque no subes a cubierta, te asoleas un momento mientras lo preparo.

Sofía solo vestida con la parte inferior de la bikini y unos lentes oscuros, se acomodó en cerca del mástil dispuesta a disfrutar del sol veraniego. Pero pasados unos minutos algo llamó su atención. Se sacó los anteojos y parpadeó. Algo andaba mal con la luz. Miró hacia el cielo y lo notó de un color indefinido, entre gris, celeste y lila, pero no uniforme, sino “¿Marmolado?” pensó intrigada Sofía. Al mismo tiempo, una extraña niebla se perfilaba en la lontananza.

-¡Oye, Joaquín, ven a ver esto!

El andaluz salió con una taza de humeante café en cada mano.

-¡Joder, que está raro el cielo! Mira Sofía, el compás ha enloquecido.

Efectivamente, la aguja del instrumento giraba locamente.

También el GPS y las computadoras se comportaban en forma anómala, como si un virus informático se hubiese adueñado de ellas, por lo que optaron por apagarlas.


continuará...

6 comentarios:

Sicoborg dijo...

Mostro esto no se hace!!!
Como nos va a poner un continuara acá también... no sabe acaso que somos sumamente impacientes!?
bueh! habra que esperar...
Excelente, nos gusta mucho como escribe, reciba nuestras más humildes felicitaciones.

El Mostro dijo...

¡Gracias Sico! todavía faltan algunos episodios, paciencia...

Mariana dijo...

Un placer leerlo, me mata pero a la vez me encanta el suspenso...
No deje de escribir

El Mostro dijo...

Muchas gracias Mariana!

Mariana dijo...

Mostro, gracias! no me habia dado cuenta que tenia mal la configuracion de comentarios. Si no era x vos seguia asi eternamente ;)

El Mostro dijo...

¡Faltaba más!