lunes, 20 de agosto de 2007

En auto por Portugal

El plan era abordar un vuelo sin escalas Buenos Ayres-Madrid, tomar allí el tren a Galicia y bajarme en Mendo, hogar de mis ancestros maternos.
Pero por esas cosas del destino y la política internacional, Barajas estaba cerrado por alerta de terrorismo y debimos descender en Lisboa.
Soy un tipo de naturaleza optimista y firme creyente en aprovechar las oportunidades. Sin duda, esto era una oportunidad. Así que me enfrenté a la disyuntiva entre esperar 4 o 5 horas en el aeropuerto para finalmente aterrizar en Madrid o alquilar un auto y llegar a Mendo por tierra desde el sur.
El excelente descuento ofrecido por la compañia Rent-a-car (gracias a la mediación de la aerolínea) y el haberme encontrado con un profesor oriundo de Porto que volvía a casa despues de pasar 6 meses en Buenos Ayres, inclinaron la balanza hacia la novedosa oportunidad.
Enseguida nos pusimos de acuerdo con Joao do Mendonca (tal era su nombre) en cuanto a los gastos y partimos rumbo al norte, previo minitour por Lisboa, ciudad que no entraba en mis planes originales.
Luego de una y media de carretera llegamos sin inconvenientes a Obidos "la ciudad nupcial". Este pueblo posee una interesante historia y un hermoso castillo. Dejamos el auto y
recorrimos a pie el recinto amurallado. Almorzamos en una pequeña pero bella posada, donde los parroquianos me trataron de maravilla al enterarse que era un "che", un
argentino. Fue imposible hacerles entender la diferencia entre Argentina y Mosterio.

Reanudamos la marcha y dos horas después pasamos por Coimbra, pero no nos detuvimos, porque aún nos faltaba un buen trecho hasta Porto.
El paisaje enmarcado entre las pequeñas colinas y el mar, bañado por la luminosidad del sol hundiendose poco a poco en el horizonte, era un espectáculo maravilloso.

Finalmente llegamos a Porto. La casa de Joao queda al norte, por lo que nos vimos obligados a cruzar la ciudad.
Siempre guiado por Joao, nos detuvimos en el puerto a buscar unos songoros, que constituiran nuestra cena. Llegamos al hogar paterno de mi acompañante, siendo recibidos por padre, madre y hermanas. Abrazos, besos, obsequios y vasitos de vino a granel. Las hermanas de
Joao se encargaron de cocinar los songoros, sin dejar de mirarme, mientras este relataba sus experiencias porteñas. Recién en este momento me enteré que Joao era gay, cosa que parecía no importunar a su familia.
Comimos opíparamente, mientras trataba de hacerles entender que Mosterio era una nación independiente. Lo tomaron como una broma argentina.
Mamá Mendonca insistía en que me quedase a pasar la noche, pero decidí continuar viaje, por lo menos hata la frontera luso-gallega.
Me despedí efusivamente de todos, con la promesa de que me haría un tiempo para volver.

Tomé la ruta 87 hacia el norte y aquí comenzó mi odisea.
Caía una pertinaz llovizna, que pareció desatarse de golpe al cruzar unas sierras. Tomé una salida (equivocada, ahora lo se) que se suponía me ahorraría una hora de viaje.
Luego de andar un largo trecho sin cruzarme con nadie, me detuve en la banquina a revisar el mapa que tenía en la guantera. Trataba de localizar algún pueblo donde pernoctar, odiandome por no aceptar el ofrecimiento de los Mendonca.
Se apagó el motor y fue imposible arrancarlo. El indicador de combustible marcaba EMPTY.
Putié tanto, solo dios sabe.

Un relámpago iluminó lo que me pareció una casa de campo más adelante. Tomé una campera, una linterna Made in China bastante defectuosa y comencé a caminar hasta la casa, situada unos 150 metros adelante y unos 25 a la izquierda del camino.
Barro, charcos. Me acerco a la casa. Se trata de una construcción antigua 100 o 150 años, de ladrillos de adobe grandes. La luz se filtraba a través de una ventana alta que no me permitía mirar hacia dentro. Busco un tiembre, no hay ninguno, doy 3 golpes secos en la puerta. Segundos después la puerta se abre y asoma una cara apergaminada.
Una vieja que tendría miles de años. Le explico en mi pobre e improvisado portuñol mi problema, me hace pasar.
La casa huele a humedad. Me hace una seña para que me siente en una silla, sin duda una reliquia napoleónica. Regresa al poco rato con un vaso de un extraño cristal rojizo. Me dice que beba, que me hará bien. En efecto, tengo frío, estoy calado hasta los huesos. La bebida, sin
duda un licor casero, me llena de un calor muy agradable y me reconforta. Vuelve a llenarme el vaso y apuro el contenido de un solo trago.

Lo siguiente que recuerdo es el dolor. Dolor en mis coyunturas. Trato de moverme pero parece que estoy atado a una "X", todo estirado.
Abro los ojos pero una luz me ciega.
Vislumbro cinco figuras que se mueven a mi alrededor, al compás de un rítmico golpetear de tambores.
Repiten incesantemente algo que suena a “Ph‘nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn.”.
Trato de gritar, pero mi garganta no me responde. Las figuras están vestidas con unos sayos, parecen monjes de alguna religión inmemorial y maligna.
Aparece la vieja (¿o debería decir demonio?) que me dió la bebida.
Está completamente desnuda. ¡Que visión tan desagradable!
Su cuerpo es un muestrario del horror, del paso del tiempo. Las carnes flaccidas le cuelgan, obscenas.
La anciana recorre con su lengua mi cuerpo, que está bañado en mi propia sangre, que sale de varios pequeños tajos.
A su tacto y a pesar del dolor y el estupor que me dominan, tengo una poderosa erección.
Se agacha, toma mi miembro entre sus manos y comienza a succionar.
Trato de asirme de mis ataduras, pero es inútil.
Finalmente, acabo en medio de espamos de terror y goze infinitos.
Ella se traga mis fluidos con fruición animal. Y se convierte en una bella joven, de largos cabellos
negros que caen en medio sus hermosos senos.
Sin soltar mi miembro lanza un alarido bestial. Gracias a dios me desmayo.

Todas las noches el grotesco ritual se repite y una anciana nueva bebe mi semen, para convertirse luego en una bella mujer.
Hoy es el turno de la última anciana ¿Que será de mí ?

15 comentarios:

El Mostro dijo...

Pequeño homenaje a H. P. Lovecraft.

Diego dijo...

La tribuna reclama el episodio 2 YA...

El Mostro dijo...

Gracias Deg, tené paciencia.

BUDOKAN dijo...

Mucho Lovecraft, lo que siempre es bueno! Muy inquietante relato. Saludos!

Kimi Shodoka dijo...

Y la secuela? o "precuela"?

Bichicome dijo...

Buen relato.
Como mete onda la palabra coyuntura.

El Mostro dijo...

BUDOKAN Saludos para vos!

Andres (K.S) Oiga viejo, no atropeye que hay alambrau, deme tiempo...

Bichicome, buena palabra coyuntura. Hipotenusa, abigarrado, tembladeral, El castellano es un idioma muy rico.

peregrina dijo...

Y Te convertiste en uno de los Antiguos? Siempre hay una vieja "que cae del cielo!
jajaja Un saludo

El Mostro dijo...

Peregrina, viejo si, antigüo jamás!
:)

El Mostro dijo...

Peregrina, viejo si, antigüo jamás!
:)

Ay Rocío... dijo...

La verdad es que me sorprendio el final... o capaz yo empeze a leer desprevenida....
Lindo, muy descriptivo....


:)

Abril_de_otoño dijo...

continua?
el fianl me sorprendio mucho, estaba tan entusiasmada yo leyendo ejejeejje,
buenisimo como siempre...


pd: todo lo que escribo es una vivencia personal aunque sea un pogo egoncentrico ajajaj, cariños..

El Mostro dijo...

r m y Abril_de_otoño, gracias por elogios.
Es el final o 5 minutos antes del final ¿que le pude pasar al pobre cautivo? Esto no es jolygud, ningún Chuck Norris al rescate, je. :)

Franziska dijo...

Un buen relato. Sí, es sorprendente el final. Un buen cuento.

:: BajoYo :: dijo...

Lovecraft? bueh, no leí tanto pero me gusta más así con luces y paisajes (no se veía venir).

Grosssssso Mostro Grosssso!